Hace 27 años, un gesto solidario comenzó a escribir una historia que ni él imagino tomaría estos ribetes en Los Andes. Consciente de su propia realidad cuando niño, Juan Gregorio Montenegro, protagonizó una nueva versión de la fiesta navideña del “tío Goyo y sus amigos”, esa que empezó con 10 invitados, que soñaban con recibir un regalo en navidad, y hoy ha escalado a más de 100 niños y niñas los que dan vida a una verdadera tradición. Este año, la celebración tuvo nuevamente lugar en el Centro Cultural de calle Maipú, donde familias enteras disfrutaron de una jornada mágica llena de diversión, juegos y, por supuesto, la alegría característica de esta época del año. La actividad, reunió a grandes y chicos en un ambiente cargado de emociones y espíritu comunitario. Con el paso del tiempo, esta iniciativa ha evolucionado. Ya no se limita a la entrega de regalos y golosinas para los niños, sino que ha ampliado su alcance para incluir a personas mayores. Así es como además de la fiesta para los más pequeños, se entregaron cajas de mercadería, un gesto que todos recibieron con gratitud y como un verdadero reconocimiento a sus vidas. Una fiesta cuyo propósito es claro: construir momentos de felicidad compartida y es que la navidad no solo es para los niños, sino que para todos quienes necesitan un abrazo o un gesto de cariño.
Hace 27 años, un gesto solidario comenzó a escribir una historia que ni él imagino tomaría estos ribetes en Los Andes. Consciente de su propia realidad cuando niño, Juan Gregorio Montenegro, protagonizó una nueva versión de la fiesta navideña del “tío Goyo y sus amigos”, esa que empezó con 10 invitados, que soñaban con recibir un regalo en navidad, y hoy ha escalado a más de 100 niños y niñas los que dan vida a una verdadera tradición. Este año, la celebración tuvo nuevamente lugar en el Centro Cultural de calle Maipú, donde familias enteras disfrutaron de una jornada mágica llena de diversión, juegos y, por supuesto, la alegría característica de esta época del año. La actividad, reunió a grandes y chicos en un ambiente cargado de emociones y espíritu comunitario. Con el paso del tiempo, esta iniciativa ha evolucionado. Ya no se limita a la entrega de regalos y golosinas para los niños, sino que ha ampliado su alcance para incluir a personas mayores. Así es como además de la fiesta para los más pequeños, se entregaron cajas de mercadería, un gesto que todos recibieron con gratitud y como un verdadero reconocimiento a sus vidas. Una fiesta cuyo propósito es claro: construir momentos de felicidad compartida y es que la navidad no solo es para los niños, sino que para todos quienes necesitan un abrazo o un gesto de cariño.